Este 19 de junio, el Acuerdo sobre la Conservación de Albatros y Petreles (ACAP), que bajo la tutela de Naciones Unidas vela por el estado de estas especies y en vista de la muy preocupante situación de este grupo de aves (Procelariformes), decidió dar impulso a la difusión del problema instaurando este día mundial.
Dentro de los Procellariiformes, un grupo de al menos 120 especies que incluyen pardelas, paiños, fulmares y priones, los albatros son los más grandes.
¿Pero qué son y cómo es la vida de estas magnificas aves que llamamos albatros? El Albatros Errante y el Albatros Real son las aves voladoras más grandes, con envergaduras que generalmente superan los 3 m, con un registro máximo de 3,7 m. Incluso las especies más pequeñas no solo son tanto, llegando a tener aproximadamente 2 m de envergadura.
Los albatros utilizan estas largas alas para una forma de vuelo muy eficiente y ergonómica llamada deslizamiento dinámico, que permite a estas aves volar miles y miles de kilómetros durante semanas con muy poco gasto de energía.
Los Albatros Errantes pueden dar tres veces la vuelta al continente Antártico, un equivalente a 120,000 km, en sólo un año. Y pasar hasta dos semanas buscando comida, cubriendo entre 9,000 y 11,000 km antes de regresar al nido para a alimentar a su polluelo.
A éstos últimos, tanto como a los Albatros Reales, les lleva tanto tiempo alcanzar la madurez sexual como a nosotros, los humanos y también viven muchos años como nosotros. Wisdom, una Albatros de Laysan, a sus 69 años hoy cría un nuevo pichón.
Estas imponentes aves marinas capean sin problemas las tormentas y son maestros en el arte de volar sin esfuerzo, aprovechando los intempestivos vientos de los océanos australes a los que los antiguos corsarios llamaron los Rugientes Cuarenta (en inglés, Roaring Forties), los Furiosos o Aulladores Cincuentas (Howling Fifties o Furious Fifties) y los Estridentes o Bramadores Sesentas (Shrieking Sixties o Screaming Sixties) en referencia a estas temidas latitudes oceánicas donde viento y agua desafían a los más valientes marinos.
Son seres muy complejos y desarrollados. Muchos forman parejas de por vida y dedican gran parte de su tiempo a la crianza de sus hijos, de tal manera, que las especies más grandes sólo pueden darse el lujo de criar un solo polluelo cada dos o incluso tres años.
Su madurez sexual puede tardar hasta 15 años, pero la formación de una nueva pareja comienza mucho antes, con un noviazgo muy largo que incluye asistir a bailes grupales de adolescentes y reuniones para conocerse. Una vez que se ha formado una pareja pueden pasar décadas antes de que la muerte los separe.
Una última curiosidad. Hay albatros del mismo sexo que forman familias felices. La Naturaleza evidentemente no es homofóbica.
Entre los desafíos que enfrenta un joven albatros está su paso de la niñez a la adolescencia. Mucho tiempo antes de tener las plumas necesarias para el vuelo, sus padres deben volver al mar.
Así, completamente solo, en las últimas semanas en su nido, el pequeño deberá cambiar su abrigado plumón por plumas voladoras, aprender a volar practicando con los fuertes vientos que asoman desde los escarpados riscos en las solitarias islas donde anidan y finalmente echarse a volar por los océanos antárticos en busca de alimento, sin otra ayuda que sus propios instintos, todo antes que sus reservas de grasa se agoten. Es una iniciación muy difícil y el 50% muere en esa lucha natural. Sólo volverán a ver tierra, quizás, y si tienen suerte una década después. Hablemos de una infancia difícil…
Ya adultos se alimentan de calamares, muchos encontrados flotando muertos o muriendo después del desove, peces, krill, huevos de pez volador y casi todas las proteínas que encuentran. Aprovecharán incluso los restos de focas destrozadas por las orcas y pueden unirse a sus carroñeros parientes, los robustos Petreles Gigantes ( Macronectes spp.) para disfrutar de una ballena muerta o un Elefante Marino.
Los albatros y otras aves marinas también intentan atrapar los calamares y peces utilizados como cebo en los barcos de palangre. Es entonces común que las aves terminen enganchadas y ahogadas. Además, suelen morir en colisiones con los cables utilizados por los arrastreros o se ahogan en las redes.
La pesca comercial podría competir con las aves por la comida y en parte la disminución en las poblaciones de algunas especies de aves y mamíferos marinos podría estar relacionada.
En muchos casos, esta sobreexplotación en muchas regiones del planeta disminuye las posibilidades de que encuentren su alimento ‘naturalmente’, dejándolas aún más dependientes de los barcos de pesca. Es un círculo vicioso.
De todas formas “mortalidad incidental” es la causa principal del declive catastrófico de varias poblaciones de albatros además del de otras aves pelágicas.
Se estima que al menos 300,000 aves marinas mueren por causa de los buques palangreros cada año en todo el mundo.
Para honrar estas aves extremas, que pueden pasar toda su existencia sin probar agua dulce, el Día Mundial de los Albatros toma este año el lema “erradicar las especies invasoras de las islas”, ya que muchos albatros deben enfrentar a especies introducidas como ratones, gatos y cerdos en sus sitios de nidificación, el otro factor fundamental junto con la captura incidental del declive poblacional de este grupo.
En los últimos años, gracias a programas implementados por diversos países y ONGs se han eliminado estas especies exóticas dañinas en islas subantárticas como las Antípodas y Macquarie, y continúa el trabajo para la erradicación del ratón doméstico que ataca y mata los albatros reproductores y sus crías en las islas de Gough y Midway.
El tercer problema es el plástico. Cada año, cientos (quizás miles) de pichones de albatros mueren por la obstrucción causada por los desechos plásticos. Los objetos plásticos que flotan en el océano representan un riesgo para muchas especies de aves marinas que se alimentan de ellos.
Por último, los océanos sufren un aumento en su nivel cada año. Existe la posibilidad de un aumento en el nivel del mar en 2100 de 0.5 a 1.4 metros sobre el nivel de 1990. Es el llamado calentamiento global. El planeta se está calentando y las capas polares se derriten poco a poco, liberando más agua en los océanos. Este hecho afectará también a las poblaciones de calamares y peces de las que se alimentan. Finalmente muchas colonias reproductivas que se encuentran en playas bajas serán sumergidas por las aguas de un océano cada vez más lleno.
El resultado es que las 22 especies de albatros han sido afectadas: 3 están en peligro crítico de extinción, 5 están en peligro, 9 son vulnerables y 5 “casi amenazadas”. Toda la familia Diomedeidae, un linaje que ya volaba sobre los mares en la época de los dinosaurios, puede sufrir la extinción masiva en el transcurso de nuestras vidas.
Como bien lo saben los marineros marplatenses, el mar argentino es un gran punto de encuentro para estas aves. Entre ellas el Albatros Ceja Negra ( Thalassarche melanophris) que anida principalmente en Malvinas y el Albatros Errante ( Diomedea exulans) de las islas de Georgia del Sur. También recibimos a visitantes ilustres como el Albatros Pico Fino ( T. chlororhynchos ) del remoto archipiélago de Tristan da Cunha, a los Albatros Reales (Diomedea sanfordi y D. epomophora) y al Albatros de Corona Blanca (Thalassarche steadi) de las islas subantárticas de Nueva Zelanda y a muchos otros viajeros lejanos.
Por ello en Argentina se llevan adelante diversas acciones para la conservación de los albatros. El capítulo argentino de la Albatross Task Force (ATF) tiene como objetivo principal reducir la captura incidental de aves marinas allí donde aves y pesquerías de palangre y arrastre se hallen en relación de conflicto.
Los instructores de este grupo de trabajo embarcan habitualmente en la flota fresquera donde despliegan líneas espantapájaros (LEPs) para evitar que estas hambrientas y atrevidas aves se acerquen a la peligrosa área de maniobra.
El equipo está formado por Leandro Tamini, coordinador del proyecto y los instructores Nahuel Chavez (marplatense) y Rubén Dellacasa. Los viajes pueden durar entre uno y dos meses en los buques arrastreros o incluso más en buques de la flota palangrera, que se halla menos representada en aguas argentinas. En palabras de Nahuel Chávez: “Trabajamos mucho para que los capitanes pueden ver claramente la diferencia en la mortalidad cuando se usan las LEPs. Siempre digo que si sólo un marinero cambia sus ideas y despliega las LEPs después de nuestro viaje, entonces ha sido un muy buen viaje y nuestro objetivo se ha alcanzado”.
Gracias al trabajo de este equipo, en 2017 Argentina aprobó una resolución que exige que las pesquerías de arrastre utilicen líneas espantapájaros para evitar que las aves choquen con los cables. El uso de estas líneas espantapájaros es obligatorio en buques arrastreros congeladores merluceros a partir del 1ro de mayo de 2018.
Hoy en día, la captura incidental por parte de las flotas pesqueras es casi la única amenaza de los albatros y petreles mar adentro. Se estima que, por las colisiones contra los cables de arrastre de las redes de pesca, sólo de Albatros Ceja Negra (la especie que vemos en el billete de $50) mueren anualmente entre 8 mil y 19 mil, en treinta buques de la flota congeladora merlucera argentina, además de otras aves pelágicas.
Los biólogos e investigadores del equipo marino de la institución Aves Argentinas, con la ayuda de los marineros y tripulantes de los barcos, demostraron que estas líneas espantapájaros reducen los impactos en los cables de arrastre en más del 90% y desarrollaron un dispositivo que reduce los enredos entre estas líneas y los cables, solucionando el problema inicial que tenía la operatoria de las LEPs durante la maniobra.
Evitar la utilización de plástico, reciclar, disminuir tu huella de carbono y concientizar sobre la importancia del uso de las líneas espantapájaros en nuestra comunidad de pescadores es también una forma de evitar la desaparición de estos seres mágicos y extremos.
“Espero que el Día Mundial de los Albatros sea de utilidad para que los gobiernos y la industria pesquera tomen conciencia sobre la necesidad de la implementación efectiva de medidas de mitigación para reducir la captura incidental de estas maravillosas aves. Como sociedad debemos impedir que estos viajeros incansables se extingan, o los océanos ya no volverían a ser iguales”, señaló Leandro Tamini, Coordinador del Programa Marino de Aves Argentinas.
Ver por primera vez un albatros en alta mar es para muchos una experiencia mágica, para otros, simplemente sobrecogedora.
Una vez un gran observador escribió “Ahora pertenezco a un culto superior entre los mortales, he visto al Albatros” después de ver su primer Albatros Errante. Si te has emocionado ante este recuerdo, ¡Estamos hermanados!”